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Libros 2016-08-16 20:08

Natalia Toledo escribe el libro de poemas El dorso del cangrejo

Edición bilingüe zapoteco español

Entre la rebeldía, la nostalgia y la recuperación de su origen,

Natalia Toledo escribe el libro de poemas El dorso del cangrejo

La narradora y poeta señala que la poesía en zapoteca tiene

varias definiciones como palabra-flor, algo que florece;

palabras escogidas, palabras dulces y palabra–poder


Las horas de viaje, desde Juchitán hasta la librería Rosario

Castellanos, la noche transcurrida en carretera, el apuro en una larga

fila para abordar un taxi, todo eso desaparece y Natalia Toledo se

convierte en un rizo incontenible, cuando comienza a hablar sobre su

último poemario Deche bitoope/ El dorso del cangrejo editado por

Almadía.



El carácter bilingüe de su obra lleva inexorablemente a la

pregunta ¿qué implica luchar por una lengua indígena, el zapoteco,

desde la poesía?



-- Tenía que enfrentar la realidad de que el zapoteco tendría cada

día menos hablantes, así lo demuestran las cifras, ha disminuido el

número de hablantes. Jamás pensé que más tarde sería poeta y que

me iba a enfrentar a tener pocos lectores en la lengua en que concibo

la mayoría de mis poemas. Implica que fue lo primero que aprendí en

esta vida, mi lengua primera; implica el reto de ser bilingüe, el de

escribir en las dos lenguas, porque en la escuela en ese entonces y

hasta ahora se sigue enseñando el español, yo ya era hablante del

zapoteco, pero lo primero que aprendí a escribir fue el español.



Al paso del tiempo comprendí que tenía que escribir en la lengua

zapoteca, porque me interesaba mucho que la gente importante para

mí, como son los viejos, los que me enseñaron la lengua, pudieran

leer o tener acceso a lo que yo escribo.



Implica dos conocimientos y dos posibilidades, es bueno ser

bilingüe porque tienes una obra que puede llegar a dos almas, dos

pensamientos. Es una doble posibilidad creativa y una doble

posibilidad de vida. Porque vivo en zapoteco cuando estoy en mi

pueblo y cuando llego a México y a otras ciudades entonces me pongo

el español. Es una lucha que tenemos todos los escritores que

escribimos nuestra obra en una lengua imaginaria que es la de buscar

también que nos lean en nuestros pueblos, si no, no tiene mucho

sentido ser bilingüe.



Es un registro que se está haciendo. Como las piedras que

labraron que alguien después descifra, eso me da posibilidad de saber

algunas cosas, aunque nunca enteramente porque no sabemos leerlas

en su totalidad. El libro sirve porque se está haciendo ese registro de

lo que todavía somos, de lo que todavía queda de esa gran cultura,

pero también las pasiones, los sueños, los anhelos de cada quien,

sobre todo de la poesía.



-- ¿No hay entonces una barrera que limite el sentido de tu

poesía?



-- A la hora de traducirte te encuentras cosas, no todo fluye como

quisieras. Por ejemplo, el zapoteco no tiene géneros, entonces tienes

que construir una sintaxis, que tiene que ver poco con el español. Pero

lo bueno de que tú mismo te traduzcas es que sabes ir a esa barriga

donde te escarbas y sacar esas palabras que están en el zapoteco y

ponerlas en el español.



Lo que sí se pierde, casi, diría yo, definitivamente, aunque lo

busques y lo provoques es la sintonía del zapoteco, esa música que

es única, que parece que estamos cantando cuando hablamos. Los

tonos, esa musicalidad, es una riqueza sonora que es como cuando

escuchas música de otros pueblos como del África, de la India, que no

sabes bien de lo que habla, pero te emociona; es la palabra, es el

canto, y eso cuando se lee en público aflora.



-- ¿La visión que se tiene de la poesía en español, difiere de lo

que se piensa como poesía en el zapoteco?



-- Para empezar nosotros tenemos varias formas de nombrar a la

poesía, una de ellas significa palabra-flor, algo que florece; otra

significa, palabras escogidas, otra es palabras dulces, pero que tienen

aroma, como las flores, todas las cosas que tienen un aroma,

obviamente las palabras huelen, las palabras te sitúan en una

atmósfera y tienen esa posibilidad de llegar a un olfato, de producir

sensaciones. Otro es un sufijo que encontré en el zapoteco del siglo

XVI, que es poder. Palabra –poder, palabra que encarna verdad. Esa

es la poesía para nosotros, como principio que existe entre los

zapotecas, Ahora, si buscas las definiciones de los contemporáneos,

encuentras que se ha ido enriqueciendo, pero esto ya existía en los

zapotecas, así nombramos a la poesía.



Desde el inicio y a lo largo de El dorso del cangrejo están

presentes las flores, no sólo como elemento y tema que recorre la

poesía desde tiempos prehispánicos, sino en contextos que hacen que

el poemario sea, por momentos, un símbolo de un retorno imposible,

de un estado o permanencia que no se mantiene, como si fuera un rito

de paso este volumen.



La primera parte habla de “El matriarcado según San Vicente”,

quien es el patrono de Juchitán, y simboliza al primer hombre, de

alguna manera. Es una mirada muy femenina, el recorrido de una

mujer de un lugar de Juchitán y las cosas que tenía que vivir según mi

tradición y de las cosas que me salté porque me vine a vivir a la

Ciudad de México, y pude tener una mirada amorosa, pero también

crítica de ellas. De eso hablo, en algunos poemas, de las cosas que

pasan algunas mujeres que son rituales donde no necesariamente nos

vemos como personas, sino como objeto.



De tu cultura amas muchas cosas, todo el tiempo la exalto en mi

vida y en lo que escribo. Pero hay cosas que pude ver de otra manera

porque salí, que otras mujeres de mi generación sí vivieron, como el

ritual de la virginidad. Las mujeres en Juchitán nos enseñaron que eso

te honra, que es un motivo de orgullo, mi abuela me enseñó que eso

era importante. Aunque no es, por cierto, una tradición propiamente

indígena, sino traída por los españoles. Como protesta, pongo “Tumba

primera”, soy una mujer rebelde, -- se define entre risas. Es reconocer

a todas esas mujeres que me enseñaron tantas cosas tan importantes

que sin ellas yo no me explico, ni mi vida, ni las cosas que yo hago, es

ese recuento conmigo y ellas, porque fuimos tres generaciones y

cómo cada quién eligió vivir las cosas calendáricas, por así decirlo,

las cosas que tienes que pasar.



-- A pesar de esta rebeldía hay una nostalgia constante en tus

poemas



-- Se nota mucho, yo creo que sí. Yo creo que me hice poeta

porque extrañaba todo lo que dejé cuando salí de Juchitán, una de las

cosas que me orillaron a escribir definitivamente fue la de quedarme

en un lugar donde ya no me reconocía. Tuve siempre la necesidad de

mirar hacia atrás y ver ese tiempo, como Milton, este paraíso perdido

que no logras nunca más recuperar. Porque mucho de lo que haces

cuando estás afuera es practicar otras cosas como tú te las imaginas,

como a ti te hubiera gustado que fueran. Las acomodas para que te

hagan feliz, para que te sanen. Generalmente cuando reviso mis

poemas o la gente que me lee siente esa nostalgia que ya no se cura

porque hubo una interrupción. Juchitán para mí eran esas mujeronas

como mi madre, como mi abuela, que ya no están, los árboles en los

que me subía y los viejos, que ya no están. Todo eso que ya no tengo

o que ya no tuve, pero que sí tuve, felizmente, aparecen en los

poemas, quiera o no.



-- Hay que hacer instantes con la materia prima de unos minutos,

es decir, dos preguntas antes de finalizar:



-- ¿Cuál es la Babel que tienes enroscada en la espalda?



-- Se refiere a todas estas onomatopeyas que tengo en la cabeza,

a todas las palabras que a veces oigo en zapoteco y no sé bien su

significado y tengo que investigar…En todos los poemas hay algo que

tiene que ver con la cultura zapoteca, desde lo primigenio. Por

ejemplo, ese final, dice: “pero ya no hablo con nadie, he revelado mi

signo”. Desde el punto de vista zapoteca todos tenemos un ser dual

animal que nos acompaña, se te aparece en sueños, en algunos

momentos, y nunca debes revelar quién es porque te debilitas. “He

revelado mi signo” es como venir y vivir aquí, vivir en español es como

si hubiera perdido mi identidad y lo que hago es recuperarlo, me gusta

jugar con esa idea.



-- A propósito de un verso tuyo, ¿has encontrado el nombre de tu

tristeza?



-- Para curarte según los zapotecas tienes que encontrar el

nombre o la cosa que te molesta, qué es lo que extrañas…Sí,

Juchitán.

Deche bitoope/ El dorso del cangrejo, se presentará el miércoles

17 de agosto, a las 19:30 hrs en el Péndulo de Polanco (Alejandro

Dumas, #81, Polanco), con la participación de: Rocío González, Víctor

Cata y la autora.



Natalia Toledo, Deche bitoope/El dorso del cangrejo. Diseño,

Alejandro Magallanes. Ilustraciones, Dr. Lakra. Editorial Almadía.

México, 2016. pp. 117.

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