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Noticias 2016-09-03 12:44

Recibió la Medalla Bellas Artes 2016 de manos de la directora general del INBA, María Cristina García Cepeda


La arquitectura proporciona placeres que constituyen su superioridad: Manuel Larrosa



Recibió la Medalla Bellas Artes 2016 de manos de la directora general del INBA, María Cristina García Cepeda





Además de ser “una locura construida”, la arquitectura está creada de instantes y proporciona efímeros, continuos y perdurables placeres que constituyen su superioridad, aseveró el arquitecto Manuel Larrosa durante la ceremonia en la que recibió la Medalla Bellas Artes 2016 de manos de la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, el viernes 2 de septiembre en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes.



La titular del INBA dijo que se trata de “un reconocimiento al talento, la trayectoria y el legado a la cultura de nuestro país de un humanista comprometido con la creación, el estudio, la valoración y la difusión del patrimonio artístico”.



Señaló que la arquitectura de Larrosa “es un ejemplo conmovedor de su preocupación de que esta responda a las necesidades esenciales y a los derechos de los ciudadanos”, por lo que él mismo asegura continuamente que a la arquitectura hay que vivirla.



La arquitectura, como la del galardonado, es el único arte que está presente las 24 horas en la vida de todos los seres humanos, “porque en ella habitamos, descansamos, trabajamos, amamos y nos divertimos”, agregó.



María Cristina García Cepeda apuntó finalmente que la Medalla Bellas Artes “es el reconocimiento a los que han contribuido a enriquecer la cultura de nuestro país, y cuya creación y trayectoria son ejemplo e inspiración para las jóvenes generaciones. Es el caso de Manuel Larrosa, un hombre de convicciones y creador de una obra que nos enorgullece a todos”.



Durante su intervención, Larrosa refirió que “la locura arquitectónica” es el único arte habitable corporal y mentalmente, de ahí que sea la única que nos acompaña a todas horas y todos los días, e incluso “da al espíritu un plácido espacio.



“Los arquitectos reciben la honrosa tarea de sembrar, cultivar y cosechar la planta de las casas que tienen su raíz en los cimientos, su tallo en los muros, sus flores en las ventanas y sus frutos en la luz.



“La arquitectura es la compañera solidaria de nuestra vida, desde nuestra primera habitación hasta la tumba; esculpe y hace habitable a la piedra, a la vez que puede hacer bello lo intangible.



“El arquitecto, quizá más que el médico, tiene la responsabilidad de atender y auxiliar a los otros en todas las acciones y situaciones de la vida, no para salvarlo de una enfermedad, sino para ofrecerle la gratificación de sanarlo.



“Sin la mano de obra no hay pensamiento arquitectónico plasmado. El albañil, el carpintero y el herrero son las manos que le han dado forma al mundo construido”.



La arquitectura forma parte del humanismo, concluyó el arquitecto, quien agradeció al INBA la entrega del reconocimiento.

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