img
Noticias 2015-05-19 17:52

LA BATALLA DE CENTLA FUE EL PRIMER CAPITULO DE LA CONQUISTA

LA BATALLA DE CENTLA FUE EL PRIMER CAPÍTULO DE LA CONQUISTA

*** En este encuentro armado de 1519, en lo que hoy se conoce como Tabasco, se

manifestarían todos los factores de la dominación española

*** Se trató del primer encuentro de carácter militar, ordenado y formal, entre los

españoles y los mesoamericanos

La Batalla de Centla, acontecida en 1519 en lo que hoy es Frontera, Tabasco, es el primer

capítulo formal de la Conquista, debido a que en este enfrentamiento armado se dieron,

de manera incipiente, los primeros efectos del encuentro entre Occidente y Mesoamérica,

destacó Luis Barjau, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Durante la conferencia La Batalla de Centla, impartida en el Museo Nacional de

Historia, Castillo de Chapultepec, el titular de la Dirección de Estudios Históricos (DEH)

del Instituto aseguró que en ese combate se manifestarían, de modo apremiante y

embrionario, todos los factores de la dominación española.

En esta charla de la 5ª Cátedra General Felipe Ángeles del Seminario de Fuerzas

Armadas (SEHFA), el etnólogo afirmó que se trató del primer encuentro de carácter

militar, ordenado y formal, entre los españoles y los habitantes de Mesoamérica, aunque

dos años antes (1517) las huestes de Francisco Hernández de Córdoba se habían

enfrentado en Potonchán (hoy Campeche) a grupos mayenses mesoamericanos,

encabezados por el cacique de aquel sitio.

“Después de llegar a Cabo Catoche, Hernández de Córdoba arribó a Potonchán

con 150 hombres a bordo de tres naves, dos de gran calado y un bergantín. Ahí se dio el

primer encuentro bélico de Mesoamérica: una escaramuza, un primer encuentro menor, si

se compara con el de Centla, con un saldo de 25 españoles heridos y otro tanto de

indígenas muertos”, relató Barjau.

El 12 de marzo 1519, ante el asombro de los chontales de Centla, aparecieron los

11 barcos de Cortés y sus 750 hombres en la desembocadura de los dos grandes ríos del

Sureste: el Grijalva o Mezcalapa y el Usumacinta. El pasmo indígena se debía al número

de naves y hombres.

Cortés llegó con sus bergantines hasta la punta este de la desembocadura de El

Palmar, donde hombres armados que iban en cayucos o tahacup los interceptaron y les

cuestionaron el motivo del desembarco, ante lo cual el conquistador español expuso su

demanda de agua y comida, relató Barjau.

Mientras los mayas-chontales consultaban a la clase alta para saber si atenderían

las exigencias de los extranjeros, esa noche Hernán Cortés hizo desembarcar con sigilo a

cerca de 150 soldados; en tanto, los mayas resolvieron llevar al día siguiente algo de

comida: tortillas y pescado seco.

En el encuentro, Cortés mostró su inconformidad por no recibir agua. Los nativos

le recomendaron que tomaran del río; los ibéricos insistieron y aprovecharon para exponer

otras causas de su visita: la oferta de protección o de tutoría del rey español, entre otras.

Tras la negativa y la precariedad de las traducciones con los mayas-chontales, el

conquistador envió a Alonso de Ávila con un escuadrón a rodear el pueblo a la espera de

la señal de ataque. Mientras, él y 80 soldados se dirigieron hacia Centla en pequeñas

barcas artilladas.

“Es importante recordar que Centla estaba fortificada. Desde que sus habitantes

supieron de la escaramuza de Hernández de Córdoba en Potonchán, cercaron con postes

de madera todo el pueblo; además, los indios habían sacado del poblado a sus mujeres e

hijos, y se alistaron para la llegada de Cortés”, explicó el director de la DEH.

De acuerdo con las fuentes históricas, al ver que los españoles no se retiraban, los

mayas-chontales dispararon sus flechas. Según las crónicas de la época, Cortés llamó a

la paz sin éxito, por lo que accionó sus armas de fuego; a la par, Alonso de Ávila acometió

a Centla por su parte posterior. Así, el conquistador pudo entrar libremente al pueblo.

El etnohistoriador refirió que los hispanos, bajo una lluvia tupida de flechas, lanzas

y pedradas, desportillaron un punto de la muralla y comenzaron a entrar al fragor de la

batalla; los indios peleaban con valentía y tenían como objetivo matar al “calanchioni” (al

Halach-huinic, a Cortés).

“Tras la acometida y la huida de los centlecos, Cortés desenvainó su espada y dio

unos espadazos a una ceiba, árbol sagrado de los mayas, manifestación que, como

muchas otras, habría de permanecer como símbolo y protocolo del triunfo de los

españoles en América”, indicó.

Durante la batalla, escuadrones de mayas continuaron asediando a Cortés y su

gente, fueron grupos de nativos que las fuentes históricas calcularon entre 12 o 40 mil,

que avanzaban cercando al enemigo.

El número de mayas-chontales que combatieron en Centla es controversial porque

los documentos históricos destacan cifras distintas. Cortés habla de 550 españoles en sus

cartas; Francisco López de Gómara refiere que eran 350, mientras que Bernal Díaz del

Castillo, sobre los muertos indígenas después de la batalla, recuenta mil 500.

“¿Por qué hay esta diferencia tan grande en la consideración de las cifras? A partir

de la guerra en Tenochtitlan, se difundió la leyenda de que un puñado de españoles venció a un imperio; ese equívoco o propaganda tiene mucho que ver con la variabilidad

que tienen las fuentes sobre el número de participantes de uno y otro bando”, dijo Barjau.

El historiador concluyó afirmando que esta guerra fue necesariamente arquetípica,

porque se trató del primer encuentro militar formal entre España y Mesoamérica, donde se

asentaron los patrones, los arquetipos de las relaciones coloniales que necesariamente

fungirían entre la Corona española y México.

Mas Articulos