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Noticias 2020-12-13 18:04

Eduardo Matos Moctezuma cumple 80 años acompañado en la distancia por una legión de admiradores

Eduardo Matos Moctezuma cumple 80 años acompañado en la distancia por una legión de admiradores


Además de discípulos y colegas con quienes departió esta celebración, 700 admiradores se conectaron a la transmisión-homenaje organizada por El Colegio Nacional

Sus alumnos Manuel Gándara, Sara Ladrón de Guevara y David Carrasco, así como los investigadores eméritos Mercedes de la Garza y Alfredo López Austin reconocieron al hombre de ciencia con una peculiar sensibilidad


Los auditorios desbordantes que concita el investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Eduardo Matos Moctezuma, se trasladaron al espacio virtual para ser testigos de un festejo: sus 80 años; además de sus discípulos y colegas con quienes departió esta celebración, una legión de 700 admiradores se conectó a la transmisión-homenaje realizada por El Colegio Nacional (Colnal), a través de su canal en YouTube, para desear larga vida al arqueólogo mexicano más célebre de nuestros tiempos.

La conmemoración del octogésimo aniversario del profesor, fue el broche de oro del ciclo de conferencias 2020: “La arqueología hoy”, que coordina el director del Proyecto Templo Mayor (PTM) y miembro del Colnal, Leonardo López Luján, quien hizo —en lo posible— una breve semblanza de su maestro. Ligado por seis décadas al INAH, desde su ingreso a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Eduardo Matos tuvo una carrera meteórica que le llevó a colaborar y dirigir proyectos arqueológicos en diversos sitios del país, entre ellos Teotihuacan y Tula; y dirigir instituciones como el Museo Nacional de Antropología y el Consejo de Arqueología.

No obstante, su regreso a la investigación se dio en febrero 1978, con el hallazgo del monolito de Coyolxauhqui en el corazón de Ciudad de México, lo que le dio pie a formular el PTM, con el fin de desenterrar los restos del antiguo recinto sagrado de los mexicas; y años más tarde, el Programa de Arqueología Urbana (PAU), el cual instauró con el objetivo de incidir en los vestigios ocultos en el primer cuadro de la capital. Desde esas fechas y debido a sus dotes de divulgador, el profesor es un famoso sui generis en nuestro país, por un simple hecho: es un científico.

Sus alumnos en el aula y fuera de ella, el investigador del INAH, Manuel Gándara Vázquez; la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, y el catedrático de la Universidad de Harvard, David Carrasco, abordaron su faceta de maestro; en tanto, los investigadores eméritos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Mercedes de la Garza Camino y Alfredo López Austin, reconocieron al hombre de ciencia con una peculiar sensibilidad, que se esconde detrás del homenajeado.

Acompañado de su esposa, Eduardo Matos Moctezuma agradeció a todos ellos y a “amigos y enemigos”, quienes de diversas maneras le han ayudado a trascender en su vida. Identificado con el mítico centauro, alguna vez pintó su imagen en una pared, seguido de la frase: “Rompimiento es creación. Rompamos con todo lo establecido”, que “aunque tiene un sabor anárquico, me refería a que todo rompimiento daba paso a un nuevo estado de cosas, la mayor de las veces mejores que las anteriores. Eso me ocurrió a mí”.

Ahora, dijo, se halla frente a su quinto “rompimiento”: la cercanía con la muerte, tema al que, desde la cosmogonía prehispánica, ha dedicado varios títulos. Al igual que la soledad, instó a sus escuchas: “hay que saber vivir la muerte, pues se convierte en el omega de nuestro propio devenir”.

El investigador emérito reconoció al INAH como su casa, donde se formó como arqueólogo e investigador, “dentro del cual pude llevar a cabo la incursión en el tiempo y espacio antiguos, y me permitió llegar a las esencias del pasado”. Ese agradecimiento lo extendió a El Colegio Nacional, a la UNAM y a la Universidad de Harvard, instituciones de las que forma parte o lo han reconocido otorgándole el honoris causa o, incluso, fundando una cátedra con su nombre, caso de esta última casa de estudios.

Para el connotado antropólogo Alfredo López Austin, compañero de correrías de Eduardo Matos, la fama de que goza su amigo “es comprobación de la eficacia de la obra científica, en el eco de su destino. El gran público, pese al encandilamiento de la fama de futbolistas, estrellas de cine o políticos, distingue esporádicamente a algún científico y muestra su admiración. Eduardo la ha merecido”.

Una de las grandes virtudes de su colega —continuó—, es su rigor científico al momento argumentar sobre postulados con los que no está de acuerdo, lo que lo distancia de otros que se apoyan en el estrado académico como peldaño, o lo convierten en megáfono de ofensas, en ese sentido, “las críticas de Matos son serias, leales y correctas”.

Así como la historiadora del arte Mercedes de la Garza habló del científico con alma de poeta, que sabe penetrar en los arcanos del tiempo, sus alumnos Manuel Gándara Vázquez, Sara Ladrón de Guevara y David Carrasco reconocieron a un maestro que sabe vislumbrar el potencial de sus discípulos y los empuja a hacer camino; y que, a través de su participación en los medios, ha alentado secretamente la vocación de muchos por la arqueología. En pocas palabras, como dijo la arqueóloga Sara Ladrón de Guevara: “Eduardo Matos nos ha enseñado de la opción que significa añejar, en lugar de envejecer”.

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