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Museos 2021-11-15 18:48

El Salón de la Plástica Mexicana, lugar de diálogo, investigación y documentación de pintores, grabadores y escultores

El Salón de la Plástica Mexicana, lugar de diálogo, investigación y documentación de pintores, grabadores y escultores



El recinto del INBAL fue creado en 1949 como galería para fortalecer el mercado del arte, estimular la producción de los artistas, el mecenazgo y el coleccionismo


El Salón de la Plástica Mexicana surge en 1949 de la unión de esfuerzos entre el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y los más reconocidos artistas de ese tiempo, con el propósito de fortalecer el arte nacional. La vocación del Salón ha evolucionado para convertirse en un lugar de diálogo, investigación y documentación, sobre el trabajo de sus creadores, así como de estímulo a la creación de sus artistas miembros.

Se trata de una de las más antiguas e importantes iniciativas del Instituto, ya que fue creado como una galería de ventas libres para fortalecer el mercado del arte, estimular la producción de los artistas, el mecenazgo y el coleccionismo, dependiente en ese entonces de la Dirección de Artes Plásticas del INBAL.

Sus fundadores fueron 52 pintores, grabadores y escultores, quienes desde la década de los años veinte trabajaban bajo los ideales posrevolucionarios de plantear la esencia de mexicanidad. Plasmaron con una nueva estética los acontecimientos históricos, políticos y sociales de ese México en constante transformación. Se trataba de un destacado grupo de artistas que, como medio de expresión, utilizaron los grandes muros de los edificios e integraron la escultura monumental al paisaje urbano y rural, además de crear obra gráfica que permitió la difusión masiva del arte.

Encabezaron la lista muralistas de la Escuela Mexicana de Pintura, como el Dr. Atl, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, que se fortaleció con la llegada de la segunda generación de muralistas. Influencia fundamental para la aparición de figuras como Rufino Tamayo, uno de los más fuertes oponentes a este nacionalismo exacerbado, además se incorporaron Luis Nishizawa, Rina Lazo y Arturo García Bustos, por mencionar algunos.


Parte fundamental de esta iniciativa fue el ingreso del grupo de grabadores del Taller de la Gráfica Popular, fundado en 1937. Colectivo comprometido con el trabajo artístico y político que tuvo como representantes a Leopoldo Méndez, Luis Arenal, Pablo O’Higgins, José Chávez Morado, Alfredo Zalce, Adolfo Mexiac, Francisco Dosamantes, Everardo Ramírez y Alberto Beltrán, entre otros.



Por otra parte, Ignacio Asúnsolo, Luis Ortiz Monasterio y Ángel Bracho fueron tres de los más representativos fundadores de la Escuela Mexicana de Escultura, a quienes les siguieron escultores como Rosa y Fidencio Castillo, Fernando Castro Pacheco, Geles Cabrera y Germán Cueto.



Al discurso plástico se incorporó un representativo grupo de artistas de índole internacionalista que alcanzó un desarrollo mayor durante la administración de Lázaro Cárdenas (1934-1940), debido a la llegada de artistas refugiados españoles, así como de artistas que ya se habían integrado al ámbito cultural, como Francisco Zúñiga, Waldemar Sjölander, Mathias Goeritz, Tosia Malamud, Carlos Mérida, Pablo O´Higgins, Fanny Rabel, Mariana Yampolsky, Francisco Moreno Capdevilla y Elizabeth Catlett, entre otros. Todos venían con una amplia carga cultural y eran dueños de lenguajes plásticos poco conocidos en nuestro país, lo que contribuyó a enriquecer la plástica mexicana de esa época.



Más tarde, en 1953, el recinto, incorpora la fotografía como arte visual. Las primeras muestras fueron de Lola y Manuel Álvarez Bravo, así como de Nacho López, quienes diseñaron una esencia de mexicanidad, además de fortalecer los valores culturales del pasado y del presente al revalorar el arte prehispánico mexicano y el arte barroco de nuestro país, así como a crear conciencia sobre la importancia de rescatar el arte popular, como objeto de consideración estética, que fueron algunas de las directrices utilizadas por los artistas para el desarrollo cultural del país, después de la Revolución iniciada en 1910. Hoy suman más de 400 creadores pertenecientes al colectivo de artistas del SPM.



A 72 años de trabajo ininterrumpido, cabe destacar la importante labor del recinto del INBAL, organismo desconcentrado de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, en la conformación y enriquecimiento de diversos acervos nacionales. En 1953 la Ciudad de México no contaba con un Museo de Arte Moderno Mexicano y, con el fin de que lo hubiese, se reunió el Patronato del recién fundado SPM, acordando sostener los llamados Salones Anuales de Pintura, Escultura y Grabado para presentar la obra reciente de sus miembros y otorgar Premios de Adquisición para iniciar las colecciones que permitieran fundar el referido museo. La idea fue respaldada no sólo por el INBAL, sino por diversas instituciones y organismos, tanto gubernamentales como de la iniciativa privada.



Obras como Cabeza indígena, de Elizabeth Catlett; Coyolxauhqui, de Jorge González Camarena y La era, de Guillermo Meza son algunas de las piezas adquiridas a través de dichos Salones y que actualmente forman parte del acervo INBAL que resguardan sus museos.

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