Las leyendas más oscuras y misteriosas que guarda el centro occidente del país

 

Para este mes de festejos por Día de Muertos, nada mejor que conocer las místicas historias que guarda un territorio tan peculiar y colmado de historia como lo es el Centro Occidente de México, Querétaro, Jalisco y Guanajuato poseen leyendas que a más de uno lo han dejado sin dormir e intrigado con los sitios donde se desarrollan dichas narraciones.

La Princesa atrapada en el Cerro de la Bufa

La capital guanajuatense encierra una de las historias más escalofriantes. Esta leyenda se inicia con una hermosa princesa la cual tenía varios pretendientes, uno de ellos un ambicioso y poderoso hechicero. La dama despreció los amores del brujo, quien al sentirse rechazado como venganza la condenó a vivir en la punta del cerro hasta ser rescatada.

Un día un caballero que andaba por el cerro encontró a una hermosa joven que desesperada le pedía que la llevara en sus brazos a la entrada de la Basílica de Guanajuato, pues de esta manera el hechizo se rompería, ella a cambio le dijo que se casaría con él y le daría riqueza, la única condición que le puso la dama fue que debía hacerlo sin voltear por ningún motivo hacia atrás, de lo contrario, la bella muchacha se convertiría en horrible serpiente y todo terminaría ahí.

Titubeante, el joven aceptó. Después de un tramo de recorrido el hombre comenzó a escuchar y todo tipo de amenazas y sonidos extraños, al final la curiosidad le ganó, de inmediato la princesa se transformó en una terrorífica serpiente. Se dice que la princesa continúa en la punta del cerro de la Bufa esperando a que llegue un joven que la ayude a romper la maldición.

El Reloj de la Muerte del Hospicio Cabañas

El Hospicio Cabañas es sin duda una de las joyas turísticas de Jalisco, no obstante, durante un tiempo una historia lo persiguió. A mediados del siglo XX, un reloj se instaló en la fachada del lugar, el cual se trató de uno de los primeros que hubo en la ciudad de Guadalajara, además, uno de los más bellos, era tan hermoso que nadie se imaginaba que aquella pieza estaba maldita.

Durante un tiempo el reloj funcionó muy bien y era la sensación de los lugareños, y la envidia de otros estados, sin embargo, de un momento a otro se detenía sin ninguna explicación y volvía a funcionar hasta que un operador iba a repararlo o en ocasiones incluso empezaba a caminar por sí solo. Esto aconteció durante un tiempo, sin que nadie pudiera dar una explicación lógica y sin que nada sucediera.

Durante las primeras ocasiones las fallas del reloj pasaron inadvertidas, sin embargo, con el tiempo, las monjas se dieron cuenta de un fenómeno extraño que acontecía: cada vez que el reloj se detenía un niño del hospicio moría. El temor empezó a adueñarse de quienes habitaban el edificio y de la población en general, de tal suerte que mandaron a quitar y destruir este artefacto que parecía estar maldito, para que así no pudiera volver a anunciar ninguna muerte.

La monja fantasma en el Templo de Santa Rosa de Viterbo

A simple vista, el Templo de Santa Rosa de Viterbo en Querétaro, es toda una joya arquitectónica, sin embargo, sus paredes resguardan un secreto y es que más de una persona ha visto deambular por sus pasillos a una monja fantasma vestida de blanco, tan real es la historia que incluso se encuentra plasmada en uno de los cuadros que decoran la iglesia.

Aunque no se sabe mucho sobre esta misteriosa novicia, se conoce que su nombre fue Sor Ana María de San Francisco y Neve, o mejor conocida por sus compañeras como “Sor Neve”. Su tragedia inició cuando se enamoró perdidamente de un muchacho, con quien tuvo una breve relación, pues cuando sus padres se dieron cuenta del amorío, rechazaron la relación y la encerraron en un convento para evitar que siguiera frecuentando al joven. Ella se sintió destrozada, pues no volvería a ver al amor de su vida, la tristeza fue tan grande que decidió quitarse la vida dentro del convento.

Desde ese momento, quienes frecuentan el Templo de Santa Rosa de Viterbo han sido testigos de la figura fantasmal de una monja de hábitos blancos y semblante sombrío que camina por el altar antiguo del templo y los pasillos del Centro Estatal de las Artes, que está a un lado.