Recibe el Centro de Lectura de la CDMX más de 3 mil lectores durante la FIL de Minería



En los 12 días que duró la 38 edición de la Feria Internacional del Libro en el Palacio de Minería, el Centro de Lectura, coordinado por la Secretaría de Cultura local, recibió a 3 mil 190 personas



Mexicanos que sí quieren leer, deseo de conocer autores nacionales y de compartir las creaciones propias con más gente, entre las enseñanzas de la FIL, dice el titular del Programa Libro Clubes



Disfrutar del proceso de lectura en colectivo, así como la presentación de creaciones artísticas propias ante un público nutrido, fomenta la organización social y el sentido de pertenencia dentro de una comunidad, consideró el responsable del Programa Libro Clubes de la Ciudad de México, Gerardo Amencio Armijo, en referencia a las actividades que organizó la Secretaría de Cultura de la CDMX en la Feria Internacional del Libro en el Palacio de Minería.



“Cuando tú reúnes a un grupo de personas a compartir experiencias sobre el mundo y sobre su vida estás creando vínculos para la organización. La lectura en la ciudad, a través de los programas de la Secretaría, no tiene sólo el fin de crear lectores. Se trata de organizar actividades de vinculación para la organización social y entender la lectura no como un fin, sino como un medio”, señaló el promotor cultural.



Aseguró que un total de 3 mil 190 personas disfrutaron las cerca de 100 actividades que la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México organizó durante la 38 edición de la FIL Minería, entre las que destacaron las lecturas en voz alta, lecturas musicalizadas, narraciones literarias y poéticas, talleres de escritura y préstamo de libros, actividades realizadas en el Centro de Lectura montado por tercer año consecutivo.



Durante los 12 días que duró la fiesta de los libros en el Palacio de Minería, en el Centro de Lectura —a cargo del Programa de Libro Clubes de la dependencia capitalina, talleristas del Programa Nacional Salas de Lectura, estudiantes y jóvenes escritores— participaron niños, jóvenes y adultos que se incorporaron a las actividades que contaron con un promedio de 32 personas por evento.



Gerardo Amancio Armijo reconoció como una de las actividades más destacadas del Centro de Lectura la que encabezó el poeta Rodrigo de Gardenia y que tuvo como título “Leer, qué hueva”, aunque consideró que una de las enseñanzas más importantes de la última edición de la FIL se relaciona con el hambre lectora que muestran los capitalinos.



“Nuestra experiencia en la Feria de Minería es que había mucha curiosidad por conocer nuevos temas, reflexionar junto con otros en términos de lectura. Cuando hablamos de que los mexicanos no leen estamos ante un fenómeno más vasto que no se puede encasillar en una sola cifra sin reflexionar”, dijo. Amancio Armijo añadió que escritores como Juan Rulfo, Elena Poniatowska y José Emilio Pacheco fueron de los autores más buscados en los estantes del Centro de Lectura.



Entre libros de poesía, ensayo, literatura, cuentos y otros géneros de interés para el público en general, fueron 450 títulos los que dispuso la Secretaría de Cultura local para su consulta de manera libre y gratuita.



No sólo se vivieron actividades en torno a la lectura, sino que también se abrieron diversos espacios para que estudiantes, académicos y jóvenes escritores presentaran sus propios proyectos frente a un auditorio siempre amplio.



Para el responsable del Programa Libro Clubes de la Ciudad de México la actividad lectora no está sola, sino que convive con otros modos de vivir el arte, motivo por el que en la FIL se promovió la realización de talleres de creación literaria.



“Escribir y leer van de la mano si hablamos en términos creativos. Borges comentaba que él estaba más orgulloso de lo que había leído que de lo que había escrito. Son procesos ligados que en las prácticas no puedes separar, son expresiones personales creativas que van de la mano”, opinó el promotor cultural, al tiempo que aclaró que el libro Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, fue uno de los más utilizados como modelo en estos talleres.



A los talleres de creación literaria se sumaron actividades como presentación de obras de teatro, declamaciones de textos propios, performances y representaciones que los capitalinos realizaron a partir de diversas lecturas que realizaban.



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