Estampas de un sueño. Constitución de 1917: muestra del arte mexicano revolucionario


· La exposición forma parte de las actividades del festival Foto México

Con el propósito de celebrar el centenario de la promulgación de nuestra Carta Magna y como parte de las actividades del festival Foto México, el Museo Nacional de San Carlos presentará la muestra Estampas de un sueño. Constitución de 1917, integrada por óleos, dibujos y fotografías de artistas que sintieron la necesidad de traducir en sus obras lo que los hombres armados habían conseguido en los campos de batalla.



Dividida en tres núcleos (Rumbo a Querétaro, De Querétaro a la revolución cultural y Los pintores detrás de los lienzos), la exposición incluye retratos a artistas plásticos, escritores, músicos, científicos y políticos –entre ellos Gerardo Murillo Dr. Atl y José Vasconcelos– que se vincularon a la lucha, y muchos otros que, aunque ajenos, se coaligaron en una vasta cruzada cultural para combatir la barbarie que imperaba en México.





El gran lienzo Valle de México 1947 del Dr. Atl, el Autorretrato de Roberto Montenegro y dos pinturas de Ezequiel Negrete conviven con los grabados de Adolfo Mexiac y de Saturnino Herrán, ante la mirada de quienes hicieron posible el cambio cultural en esos años: Antonio Caso, Martín Luis Guzmán, Carlos Pellicer, Julio Torri, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, entre otros.



Miguel Ángel Berumen, curador de la muestra, señala que esta da cuenta de cómo, en 1921, el gobierno de la República, gracias al liderazgo de Vasconcelos, Secretario de Educación Pública, inició grandes proyectos para recuperar el arte mexicano vernáculo y sus tradiciones con un impulso que duraría algunos lustros y el cual comenzó la revolución en el arte mexicano.



La primera parte de la exhibición comprende fotografías del Dr. Atl junto a Venustiano Carranza y de Álvaro Obregón rumbo a Querétaro y su llegada a esa ciudad, además de diversos grabados de Mexiac. En la segunda sección se incluyen imágenes de José Vasconcelos, Nahui Ollin, el cineasta ruso Serguei Eisenstein y la actriz Dolores del Río acompañada por algunos revolucionarios, así como grabados de Herrán.



En el último núcleo, el público podrá conocer cómo trabajaban en sus estudios artistas como Xavier Guerrero, Siqueiros, Rivera, Orozco y Miguel Covarrubias, o adentrarse en el mundo del Dr. Atl mientras pintaba el Paricutín o en el de Frida Kahlo, quien posaba altiva en algún paraje mexicano.



Berumen escribe que cuando estalló la Revolución en nuestro país, la gente quería tierra y agua, salarios dignos y participación política. Por tanto, Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Carranza y Obregón, cada uno a su manera, acaudillaron en movimientos armados las aspiraciones de miles de mexicanos que se hallaban en la más desesperante miseria.

Para frenar el gran número de desgracias a causa de la guerra –más de dos millones de muertos y desplazados, y una planta productiva destruida–, la población quiso creer que, con la promulgación de la Constitución de 1917, al fin alcanzaría sus sueños.



Como sucedió con la pobreza, las disputas por el poder no acabarían con la nueva Carta Magna. La definitiva vendría dos años después, con el asesinato de Carranza y la llegada al poder del grupo de Sonora, encabezado primero por Obregón y después por Plutarco Elías Calles.



Nueve años de luchas, divisiones y traiciones habrían de dejar en las manos de Obregón el poder absoluto. Y en septiembre de 1921, a un poco más de un año de ser elegido como presidente de la República, la casualidad o el destino le depararían un regalo. Al igual que Agustín de Iturbide frente al Ejército Trigarante, que cien años antes consumó la Independencia de México, Obregón consumaba la Revolución mexicana: doble motivo para festejar el importante centenario.



Estampas de un sueño. Constitución de 1917 Museo Nacional de San Carlos, donde podrá ser visitada hasta el 15 de octubre.