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Noticias 2019-01-08 19:11

Analizan las “transformaciones” realizadas en esculturas marianas

Analizan las “transformaciones” realizadas en esculturas marianas





*** A partir de la intervención de dos esculturas de vírgenes pertenecientes al Templo de San Diego, en Churubusco, se generó un proyecto de investigación



*** Desde los ámbitos de la conservación-restauración y la antropología, se busca comprender cómo las modificaciones mantienen vigente su uso devocional





Un par de esculturas marianas veneradas en el Templo de San Diego Churubusco, en Coyoacán, que fueron modificadas al paso de los años, inspiraron un proyecto de investigación cuyo objetivo es analizar desde los ámbitos de la conservación-restauración y la antropología, cómo estas transformaciones realizadas comúnmente por los propios feligreses mantienen vigente el uso devocional de estas imágenes.



Los doctores Katia Perdigón Castañeda y Bernardo Robles Aguirre, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explican que encargados de las iglesias, mayordomías, catequistas, etcétera, suelen realizar “cambios” en objetos de culto, y si bien esas modificaciones afectan la estética y estabilidad estructural de las obras, también señalan la necesidad de un vínculo, espiritual y físico (de reconocimiento), entre el devoto y la imagen motivo de veneración.



Entender esta lógica —señalan— es básico al momento de acercarse a la intervención profesional de imágenes religiosas, pues más allá de lo que señalan las “Cartas del Restauro”, es importante comprender qué inspiran estas obras en los fieles. Encontrar el justo medio entre uno y otro es lo que permitirá mantener su uso devocional.



El proyecto de investigación que encabezan ambos especialistas —Katia Pedigón es restauradora perito de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC); y Bernardo Robles dirige el Posgrado en Ciencias Antropológicas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH)— se centra en las transformaciones de las esculturas de vírgenes, como “una búsqueda al acercamiento de lo femenino”.



La iniciativa partió de las tareas de conservación-restauración efectuadas en dos esculturas marianas, una bajo la advocación de la Virgen de la Inmaculada Concepción y otra más a la cual se le denomina Virgen sedente, dada la pérdida de sus atributos. Para su intervención fueron trasladadas a la sede de la CNCPC, adyacente al Templo de San Diego Churubusco, donde ya se encuentran nuevamente.



Gracias a las facilidades prestadas por el Hospital General “Dr. Manuel Gea González” a través de su División de Radiodiagnóstico, se obtuvieron tomografías de ambas esculturas: la Purísima Concepción y la Virgen sedente, que han resultado una herramienta fundamental para conocer su caracterización y técnica de manufactura.



La Purísima Concepción es una escultura en madera de pino policromada y dorada, realizada en el siglo XVIII por manos anónimas y su estado de conservación era regular. No obstante, la pieza fue transformada en su talla original quizá con el fin de ceñirle el cuerpo y así facilitar su cambio de indumentaria.



A través de los diferentes cortes sagitales y en tercera dimensión de las tomografías, se observó que manos y cabeza estaban exentos del cuerpo, y que este último se constituye por siete fragmentos ensamblados entre sí, de manera que “prismas y planos definen la composición”, indica la investigadora Katia Perdigón.



En tanto, la Virgen sedente —que data del siglo XIX— parte de la aplicación de varios tipos de estructuras simples, cilindros y prismas, para formar una sola unidad. La conforman al menos once miembros de madera tallada y unidas entre sí, y la cabeza es ahuecada.



La especialista de la CNCPC refirió que esta escultura, en la zona correspondiente a los glúteos presentaba un resane de cemento “aplicado de forma irregular y descuidado”, que otorgaba exceso de carga a la misma. Era visible que la imagen fue repintada de forma generalizada, tanto en encarnaciones como en el cuerpo, además tenía pintadas las uñas de manos y pies con esmalte de color rosa.



La Virgen sedente mostraba algunos faltantes de soporte, a los dedos de la mano derecha les fueron colocados clavos y se les agregó yeso y resina, además de pasta de pan con cera para darles volumen. Asimismo, fue intervenida con varios clavos en hombros, codo del brazo flexionado y rodilla derecha, tenía huecos debajo del parche del muslo derecho y en la espalda baja. En general se observó una gran cantidad de grietas y desajustes en el soporte.



Con el apoyo de la restauradora Liliana Alcántar Carreola, se empezó el proceso de conservación-restauración de ambas esculturas marianas con una fumigación por método de anoxia durante un mes, seguido de una limpieza mecánica superficial para eliminar polvo y otra química para retirar grasa, así como supresión de deyecciones negruzcas de insectos.





Se eliminó la pintura para localizar y rescatar el diseño original de la escultura de la Purísima Concepción, se quitaron las intervenciones anteriores, se hizo el fijado de escamas y fisuras, resane de faltantes y grietas, y reintegración cromática. Cabe mencionar que también se trabajó sobre la peana de esta imagen, realizando fumigación, limpieza, consolidación, reposición de pérdidas de soporte, molduras y medias cañas, resanes y reintegración cromática.



Katia Perdigón explicó que el caso de la Virgen sedente resultó más complejo. Fueron eliminados la pasta de pan con adhesivo y cera, el cemento y la madera adherida bajo el mortero, así como las resinas. Dado que tenía ataque activo de insectos se realizó una fumigación por nebulización y, entre otras labores, se rescató el tono original del cuerpo, el brazo derecho fue reinsertado por adhesión, se fijaron escamas y fisuras, se colocaron injertos de madera en dedos y se resanaron grandes extensiones de faltantes.



En conversaciones con las devotas se sugirió sustituir las pestañas y pelucas postizas de ambas vírgenes por otras que fueran acorde al tono de las cejas de la encarnación original. Los trabajos de conservación-restauración brindaron de nuevo estabilidad estructural a la pieza y desde el aspecto estético se logró una lectura completa. Para mantener este buen estado de conservación se entregó un manual de cuidados a las autoridades del Templo de San Diego.



Por su parte, el antropólogo Bernardo Robles explica que estos casos no sólo evidencian las modificaciones y repintes que demeritaron la estética y la estructura de las esculturas, “sino que además desde la antropología vemos una serie de cambios a partir del gusto, basados en la estética de la época y de la identidad femenina.



“Al transformar, alterar y remover la indumentaria de los símbolos sagrados y acercarlos más a las prácticas y costumbres individuales, imprimen una personalidad particular y única que intuyen benéfica e indulgente. Con esto intentan apropiarse de la imagen vistiéndola y arropándola, dependiendo del momento del año, evento o ceremonia religiosa”.



El jefe del Posgrado en Ciencias Antropológicas de la ENAH indicó que este es el comienzo de un proyecto más amplio que busca analizar antropológicamente algunas vírgenes, que hasta ahora sólo habían sido objeto de estudio desde la mirada de la historia del arte, aunado a las observaciones en el área de la restauración.



Esta primera etapa de la iniciativa contó con el apoyo del Hospital General “Dr. Manuel Gea González” y sus directivos, los doctores Octavio Sierra, Mucio Moreno e Irma Jiménez, a través de su División de Radiodiagnóstico, a cargo de la doctora Nidia Escobar y la colaboración del especialista Gerardo Martín Perdigón.



Asimismo, se tuvo la buena disposición de las autoridades del Templo de San Diego Churubusco: fray Efrén Balleño, las mayordomías responsables en 2016, 2017 y 2018, y las feligresas Anabel Mendiola, Ana Belmont, Alejandra y Adriana Gaona. También fue sustancial la cooperación de la fototeca y archivo de las coordinaciones nacionales de Museos y Exposiciones, y de Conservación del Patrimonio Cultural, ambas del INAH.

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