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Museos 2015-08-14 18:40

Se impartirá taller de caligrafía para principiantes en el Museo de Arte Carrillo Gil

Se impartirá taller de caligrafía para principiantes en el Museo de Arte Carrillo Gil




El maestro Michael Sull dio una demostración introductoria el jueves 13 de agosto




“La caligrafía significa escritura bella. La escritura a mano y la caligrafía son símbolos de expresión personal. Hubo un tiempo, hace muchos años, cuando la gente escribía a mano y ponía su corazón en ello para hacerlo de la manera más hermosa posible”, dijo el maestro calígrafo Michael Sull durante la demostración que ofreció el jueves 13 de agosto en el Museo de Arte Carrillo Gil, previa al taller para principiantes sobre el arte de la caligrafía spenceriana, en el que enseñará sobre ese estilo tan peculiar que ha rescatado y difundido en distintos países.



Un maestro calígrafo de 90 años de edad fue quien le transmitió a Sull sus conocimientos hace 35 años. “Yo fui su último alumno. Estaba tan contento que practicaba por lo menos cuatro o cinco horas diarias”, refirió, y agregó que, ahora que se ha convertido en su profesión, escribe todo el día.



Señaló que mucha gente no piensa en la importancia de la escritura, “pero ella ha preservado la cultura y la historia del mundo. Todo fue escrito a mano, de allí la importancia de los maestros de salvaguardar su legado y enseñar a los demás.



Al hablar sobre la caligrafía spenceriana –llamada así por su creador, Platt Rogers Spencer–, afirmó que se trata de un arte que nos permite expresarnos como humanos y agregar un sentido de gracia y emoción en el papel, “de la misma forma en que se hace con el habla, los gestos o los ojos para impresionar, algo que no pueden hacer las computadoras.



“La edad de oro de la caligrafía fue entre 1850 y 1925. Antes, la gente utilizaba plumas de ave para escribir. Esa fue la herramienta por cientos de años, y fue hacia 1850 cuando se inventó la pluma de acero, mucho más durable que la de ave, y cuando mucha gente quiso escribir con estilo.



“Los calígrafos se escribían cartas unos a otros y las guardaban en álbumes, por lo que se conocen los trazos que utilizaban. Unos eran muy pesados: se hacían al ejercer presión con la pluma sobre el papel, la punta se abría y la tinta caía, llenando el espacio”.



Ahora se utiliza una plumilla con manguillo de codo, lo que permite trazar líneas pesadas o finas.



“Entre 1912 y 1915, los estudiantes realizaban diseños para practicar los movimientos de brazo. Pasaban semanas con sus composiciones. En ocasiones, había concursos para comprobar quién hacía los diseños más bellos. Había quien agregaba trazos extras, llamados florituras u ornamentos, para hacerlos aún más llamativos”.



La escritura de firma fue otra de las especialidades de los calígrafos, agregó Michael Sull. “Les gustaba traslapar letras mayúsculas, hacer trazos grandes y amplios, para terminar con una floritura. Mucha gente era conocida por una bella firma.



“No es tan difícil hacer caligrafía. Solo necesitamos una pluma de metal, tinta y dejar que las articulaciones se muevan en una curva. Todo está basado en curvas y movimientos, para crear formas y un lenguaje artístico.



“La gente piensa que no necesitamos hacer trazos bellos. El objetivo de la caligrafía nunca ha sido que algo se lea tan rápido como sea posible. Es una expresión artística de emoción, y la forma en la que una persona muestra sus pensamientos a través de ella permite hacerlo con un sentido de belleza y amor”.



Para obtener información sobre el taller de caligrafía para principiantes, llamar al Museo de Arte Carrillo Gil al teléfono 8647 5450.



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