"2015, Año del Generalísimo José María Morelos y Pavón"
El oficio de estar solo
La soledad y el silencio, caminos de Daniel Fragoso para gestar
su poesía
• El Fondo Editorial Tierra Adentro del Conaculta publica el
título de quien ha sido merecedor del Premio de Poesía
Efrén Rebolledo en el año 2006
“Quien ha oficio, ha beneficio”, cuenta así el refrán popular, y de
esta manera nos introducimos al nuevo poemario del escritor Daniel
Fragoso, titulado, Oficio de estar solo. Movidos por la marea de la
cultura, solemos asociar la soledad con una especie de sombra
que inmoviliza o daña al ser que la padece. Huimos de ella casi
instintivamente y casi todo en el mundo se piensa para evadirla.
Pero para algunos es una condición que se impone, es el caso
del poeta, del escritor que suele vivir regido por el mito de la lejanía
con el resto de los hombres.
Lo que puede ocurrir durante la soledad es la iluminación del
lenguaje en sus formas más puras, y entonces el poema se erige. Sin
embargo, para soportar las horas en que el decir calla, se necesita,
oficio.
La primera parte de Oficio de estar solo ocurre en un tiempo
regresivo, poemas que son fechas de lo próximo a lo lejano. Tal vez
porque el tiempo siempre está volviendo, porque de hoy hacia atrás es
que podemos indagar quiénes somos: “Regresé sobre mis pasos/ para
observarme/ discernir si era este cuerpo/ o el recuerdo de él quien
acuciaba mis horas [...] He venido/ a decidirme entre la contemplación y la vida”.
El poema no es solamente manifestación sino un acontecimiento
que da cuenta del viaje primero que se emprende en la vida: la
búsqueda de sí mismo en lo ocurrido y a la par la instauración de una
identidad.
“Existe un sitio/ un lapso/ un lugar donde los sonidos se
detienen/ donde se alojan/ las simientes que habrán de construirnos”.
La imagen del detenerse, de la pausa en el mundo, la entiende el
poeta como el natural movimiento de la expresión. Lo que será ha de
engendrarse primero, en ese lapso, en el paréntesis que únicamente
el silencio y la soledad abren.
A la sombra de las palabras puede ocurrir el sentido de los días,
eso en parte explica la difícil persecución en la que vive el poeta,
persecución que igualmente prevé la soledad. “Intenté llevar un diario/
sin más rigor que las palabras,/ un sitio donde la lectura de los días/
se hiciera a partir de una ventana/ en que las sombras/ no fueran el
desorden urgente de los días”, más adelante, concederá que “la mejor
lengua es el silencio puro”.
Para alcanzar ese instante en que la mutación ocurra y que la
transparencia del silencio sea, Daniel Fragoso, en el poema, Oficio
de estar solo indaga su camino: “Tuve amaneceres/ y horas, muchas
horas,/ para pensar en este oficio de estar solo./ Abro los sentidos/
aguardo la lección/ en que aprenda a ser silencio”.
Toda obra responde una pregunta, poema a poema, vamos
escuchando la que esta sugiere, ¿para qué estar solo?: para equilibrar
el mundo y el silencio. Para reconciliar al hombre con la ciudad. Para
aceptar el constante estado de supervivencia, reconocerse siendo en
ese estado, y también para olvidarlo.
}Daniel Fragoso, nació en Pachuca, México, en 1980. Doctor en
literatura hispánica y géneros literarios por la Universidad Autónoma
de Madrid. Es poeta y editor. Su obra ha obtenido el Premio de Poesía
del IHJ en el año 2000, el Premio de Periodismo cultural de la FLAES en 2002, y el Premio de Poesía Efrén Rebolledo en el año 2006. Es
autor de los libros Escuela del Vértigo (Cecultah, 2010), Bitácora del
desánimo (Hg0 Ediciones, 2008) y Epílogo de insomnio (Pachuco
Press, 2006).
Daniel Fragoso, Oficio de estar solo. Fondo Editorial Tierra Adentro,
Conaculta. 2014. Pp. 72.
ARR