A ocho años de su fallecimiento
José Luis Martínez, una vida entregada a las letras
• Figura única, un hombre encantador, un hombre de mundo:
Elena Poniatowska
• José de la Colina recordó al maestro como un escritor
extraordinario, de una prosa transparente, eficaz
La de José Luis Martínez, (Atoyac, Jalisco, 1918 - Ciudad de México,
2007) fue una vida entregada a las letras desde diferentes trincheras,
pues su vocación literaria no sólo lo llevó a convertirse en un
extraordinario escritor e historiador, sino también crítico, bibliógrafo,
editor, académico, promotor cultural y servidor público.
A ocho años de su fallecimiento, ocurrido el 20 de marzo de
2007, se recuerda a quien Gabriel Zaid calificó como “curador de las
letras mexicanas”, mientras que el también crítico literario Emmanuel
Carballo señalaba que “al hablar de José Luis es necesario referirse a
la prosa del siglo XX”.
Emmanuel Carballo aseguraba que como historiador y
crítico, José Luis Martínez fue uno de los analistas más eficaces y
significativos de nuestro tiempo, pues su crítica brilla con luz propia y
fue maestro de la que hoy se ejerce en el país.
Nacido el 19 de enero de 1918, cursó la primaria junto con Juan
José Arreola en Zapotlán y luego la carrera de letras españolas en la
Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México
y paralelamente, tomó clases de historia, filosofía y arte.
Como promotor cultural dirigió el Instituto Nacional de Bellas
Artes de 1965 a 1970, Talleres Gráficos de la Nación en 1975 y
1976, el Fondo de Cultura Económica de 1977 a 1982 y la Academia
Mexicana de la Lengua de 1980 a 2002, además de haber sido
Creador Emérito del Sistema Nacional de Creadores de Arte y
miembro de número de la Academia Mexicana de Historia.
Adolfo Castañón reconoció que José Luis Martínez dedicó su
vida a las letras, entendidas en todo el sentido de la palabra: “desde
la letra como literatura, hasta la letra como tipografía, el maestro
Martínez fue por ejemplo, director de Talleres Gráficos de la Nación,
hasta la letra digamos, como instrumento de cambio, José Luis era un
gran administrador, es una vida integrada a las letras y entregada a las
mismas”.
Además, dijo, tuvo la gran fortuna no sólo de conocer escritores,
sino también de poder reconocerlos, reeditarlos y escribir sobre ellos.
“Hacía historias de la literatura, sobre esos escritores que habían
sido sus maestros o que habían sido discípulos, es una figura que se
hizo cargo de la vocación literaria, en un sentido muy amplio y muy
extenso”.
Por su parte el también escritor y crítico José de la Colina
recordó a José Luis Martínez Rodríguez como un “escritor
extraordinario, que siempre ha sido considerado como mero
historiador, aunque fue un historiador importante de nuestra cultura, no
se le ha tenido en cuenta como escritor y es un escritor extraordinario,
de una prosa transparente, eficaz en cuanto transmite lo que quiere
decir y eso no se le ha tenido muy en cuenta”.
Aunque lo comenzó a tratar en los años finales de su vida,
de inmediato se hicieron amigos, ya que, apuntó, “era una persona
extraordinaria, un hombre de un saber enorme, que yo creo
que él mismo difundió su saber, pero creo que no tuvo muchas
oportunidades, por eso digo que no se le consideraba buen escritor”.
Además, destacó, “tiene estudios importantes sobre todo en
la literatura mexicana, desde Sor Juana Inés de la Cruz a Adolfo
Castañón” y escritores contemporáneos que hacen que, a ocho años
de su partida, se le extrañe, sobre todo por sus conversaciones,
porque “era un conversador ameno, que sin proponérselo, tenía un
maestrazgo”.
En tanto, la Premio Cervantes de Literatura en Lengua
Castellana, Elena Poniatowska, consideró que se trata de una figura
única, “era un hombre encantador, un hombre de mundo, con una
biblioteca fabulosa y siempre me dio un gusto enorme entrevistarlo,
porque además sabía muchísimo, era un gran conversador y además
un hombre de una cultura muy grande”.
Cabe señalar que la pasión de José Luis Martínez por los libros,
se ve reflejada en el hecho de que tuvo la que es catalogada como
la biblioteca privada más importante del país, cuyo acervo hoy se
encuentra en la Biblioteca de México, ubicada en La Ciudadela.
Pero también su fascinación por las letras, dijo la escritora y
periodista, se muestra en el hecho de que José Luis Martínez también
trabajó en Ferrocarriles Nacionales, donde dirigía una revista que se
llamaba Ferronales.
A pesar de que con su partida José Luis Martínez dejó un hueco,
Adolfo Castañón advirtió que también dejó una herencia, la cual es
una especie de guía para seguir por ese camino, ya que la cultura
tiene que continuar.
“Y tiene que haber gente que haga libros, que compre libros,
que cuide los libros, que anote los libros, y bueno, yo creo que en
ese sentido la cultura mexicana contemporánea, es una cultura que
no es auspiciosa para el eventual discípulo o seguidor de José Luis
Martínez”.