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Noticias 2015-12-24 11:00

Los yaquis, enclave cultural del norte mexicano: Axel Solórzano

Los yaquis, enclave cultural del norte mexicano: Axel Solórzano

· La tesis Resistencia yaqui frente a la construcción y consolidación del Estado-Nación mexicano:

dos identidades en pugna, del historiador de la ENAH, obtuvo el Premio Gastón García Cantú

· La investigación ofrece un análisis histórico de la resistencia de esta etnia ante procesos como

la Reforma Liberal

La historia de los yaquis, uno de los grupos étnicos más representativos y aguerridos del norte de

México frente a la construcción del Estado-Nación moderno, es parte de la investigación histórica que

realizó el maestro en historia y etnohistoria Axel Solórzano de la Rosa, que lo hizo merecedor del

Premio Gastón García Cantú 2015, otorgado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las

Revoluciones de México (INEHRM).

Con su tesis de grado Resistencia yaqui frente a la construcción y consolidación del Estado-

Nación mexicano: dos identidades en pugna, inscrita en el rubro de Investigación Histórica sobre la

Reforma Liberal, el especialista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) ofrece un

análisis histórico de la resistencia de esta etnia desde la instauración de los pueblos de misión entre la

tribu (siglo XVII) y hasta inicios del XX.

El estudio se enfoca primordialmente en la conformación de la identidad nacional del siglo

XIX, y en cómo los indígenas fueron afectados por el desarrollo del México moderno, a través de

procesos políticos como la Reforma Liberal.

Los yaquis, indicó el investigador, han sido un enclave cultural muy poderoso, la simbiosis

que han hecho entre la religión católica y su propia cosmovisión, su fuerza cuantitativa y cualitativa a

nivel regional, su capacidad de negociación, su desarrollo histórico y su rebeldía, entre otras

características, los hace un pueblo paradigmático, cuya resistencia hoy en día sigue vigente.

“Han sobresalido también por ser el grupo indígena más productivo, dinámico, cohesionado y

numeroso del espacio social sonorense”, además de permanecer fuertemente vinculados a la economía

más amplia y al mundo exterior a través de su mano de obra, como se advierte en los asentamientos

establecidos en los poblados de Barrio Libre y Guadalupe, en Tucson, Arizona, Estados Unidos. Es un

pueblo trilingüe que, como los denomina Edward H. Spicer, etnógrafo especialista en los yaquis,

constituyen un Persistent Identity System”.

Ellos, como los mayos (etnia ubicada al sur del territorio yaqui con características culturales

similares), se dicen a sí mismos yoemes (gente). Su cultura está ligada al calendario agrícola, lo

mismo que sus rituales como las danzas de los Pascola y Los Matachines, que reproducen la

concepción de la naturaleza como deidad, a la que los antiguos indígenas y las generaciones actuales

rinden culto. El río Yaqui es la columna vertebral de su identidad.

Axel Solórzano de la Rosa citó que el siglo XIX fue un momento muy álgido para los yaquis,

porque contravinieron los presupuestos políticos nacionalistas, como la soberanía, a través del

ejercicio empírico autonómico yaqui durante los años de 1885 a 1896 del porfiriato.



“Durante el periodo de Porfirio Díaz (1876-1911), el afán era la homogenización jurídica,

erradicar el mundo corporativo y sus actores, como los indígenas y sus formas de poseer y usufructuar

la tierra; se pretendía que todos fuesen individuos, ciudadanos, propietarios; los yaquis, en cambio,

manifestaban lo contrario: eran un grupo específico con necesidades y recursos concretos que no

querían un territorio en propiedad privada sino comunal”.

En esta etapa dejaron de ser competencia exclusiva del estado de Sonora y fueron deportados

de su territorio y esclavizados para trabajar en Yucatán en haciendas henequeneras o en el cultivo de

caña, en Valle Nacional o Valle de la Muerte, en Oaxaca; incluso son llevados a África para luchar

como mercenarios en la Guerra del Rif (campaña militar y colonial española y francesa contra

poblaciones marroquíes rebeladas).

Al intento de extermino de su pueblo en el último cuarto del siglo XIX, ellos lo llaman su

“cuota de sangre histórica”. En 1937, terminan su estrategia de resistencia bélica y dejan las armas

después de participar muy activamente en la Revolución Mexicana, desde el magonismo, maderismo

y villismo, con Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y el grupo Sonora, persiguiendo objetivos muy

claros: recuperar el territorio perdido y ocupado, así como el ejercicio de su autonomía política.

El especialista señala que dicha decisión la toman a partir de que el presidente Lázaro

Cárdenas les otorga en propiedad comunal 485 mil hectáreas, que abarcan menos de la mitad del

territorio yaqui original, perdiendo dos de sus ocho pueblos: Bácum y Cócorit, que después

reestablecieron con los nombres de Loma de Bácum y Loma de Guamúchil.

Para Axel Solórzano de la Rosa, recibir el Premio Gastón García Cantú significa una gran

motivación para continuar sus investigaciones en torno a este grupo étnico.

Considera que deben hacerse nuevas revisiones de nuestra historia para tener un panorama más

completo de la identidad nacional y derrumbar los mitos que hay alrededor. “Queda mucho por

hacer…”, subrayó.

Para la realización de este estudio, consultó los archivos General de la Nación, y los históricos

Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores y del Gobierno del Estado de Sonora, donde

encontró diversos testimonios sobre el pueblo yaqui, así como las bibliotecas Nacional de

Antropología e Historia y Miguel Lerdo de Tejada.



Su interés en este grupo étnico surgió a través de su bisabuelo, quien nació en 1840 y murió en

1954. Vivió 114 años y en su historia de vida encontró que fue militar, siendo una de sus encomiendas

la represión de los yaquis.

A la llegada de los padres jesuitas, hicieron el primer registro de población yaqui y

contabilizaron alrededor de 45 mil pobladores. En el periodo más sanguinario del porfiriato bajaron a

cuatro mil y en algunos casos las referencias asientan incluso dos mil. Hoy en día, según cifras del

Instituto Nacional de Estadística y Geografía, rondan los 25 mil habitantes, aunque los propios yaquis

refieren que hay alrededor de 45 mil.

Axel Solórzano de la Rosa es doctorante en el Posgrado de Historia y Etnohistoria de la

ENAH, con una investigación sobre los yaquis en la historia moderna y contemporánea. Y aunque

también se ha inclinado por la museografía y ha colaborado con museos, como el de la Revolución

Mexicana o del Estanquillo, Colecciones Carlos Monsiváis, ahora está dedicado de lleno a la

investigación histórica.

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