Entre el silencio, la oscuridad, y una visión del fin del mundo
Franco Félix abre en la novela Los gatos de Schrödinger el inquietante mundo que acecha en el desierto
El título fue reconocido con el Premio Binacional de Novela
Joven, Frontera de Palabras/ Border of Words 2015 y
publicado por el Fondo Editorial Tierra Adentro de la
Secretaría de Cultura del gobierno federal
La pregunta nos tiene arrodillados, también, mientras permanece, el
pulso vital se arraiga a pesar de que el calor nos haya abandonado.
Un latido sale del texto para encontrar su correspondencia en la
canción de The Killers, Are We Human or are We Dancer. Porque sin
respuesta que al menos pueda intuirse, tenemos dos opciones: ir a dar
como pegote de última hora a lo que sea, o desintegrarnos. Humanos
o marionetas, esa es la cuestión.
Más valdría no apresurarse a tomar posiciones, la pregunta da
aliento no sólo a la vida, sino también a la novela de Franco Félix, Los
gatos de Schrödinger, ganadora del Premio Binacional de Novela
Joven, Frontera de Palabras/ Border of Words 2015. Editada por el
Fondo Editorial Tierra Adentro, de la Secretaría de Cultura.
“¿Somos piedras?”, la pregunta de Rábano al Doctor
Existencialista equivale a una epopeya, de cuya respuesta tendría que
surgir la civilización, porque el somos nos arraiga, nos planta en la
tierra, o en esta caso, en la arena.
Pero claro, la arena apenas es suelo, se parece más a la ola,
sólo que su movimiento es menos perceptible, de ahí que aún siendo
piedras en el desierto continuaríamos moviéndonos: inmóviles
móviles.
inquietante mundo que acecha en el desierto
Cajas sobre el desierto a la hora en que las luces de Ciudad
Limítrofe pierden la batalla contra la poderosa oscuridad de ese sitio
que rechaza casi toda forma de vida. Cajas sobre caja valdría decir,
encierro dentro del encierro cubierto por otro más, la caja donde el
gato de Schrödinger desafía toda lógica al estar vivo y muerto.
Esas cajas son también hogar para cinco personajes de esta
historia, hay en ellas televisión o libros, que son igualmente cajas
inquietantes, que también sugieren o dictan preguntas.
No hay tanto silencio en el desierto como podría creerse, al
menos no en este en el que se escucha todo el tiempo el
entrecruzamiento de la conversación de Rábano y el Doc. , hecha de
dudas, de las añoranzas y recuerdos completos del segundo, y de los
recuerdos circulares del joven Rábano, que le impiden encontrar el
principio y quien lucha todo el tiempo contra el terror de su extinción.
Su memoria no guarda sino indicios, puntas de iceberg sin
fondo, o trozos del mismo sin estructura. Ha perdido la cronología y
para saber qué es únicamente tiene a ese Doc., a través de él Rábano
puede saber del mundo y de sus cosas. Tal vez, habla para ocultar, o
la mentira, la ocultación son artefactos para sobrevivir.
“¿Somos zombis?”, indaga tembloroso Rábano, cuando escucha
que se acercan personas. La respuesta a la que se ha aferrado el Doc.
es que son los últimos habitantes de la Tierra. La reconstrucción del
mundo es minuciosa, las definiciones se han extraviado en las mentes
de estos dos personajes, pero además de las otras cajas, tienen a los
narradores, quienes las conservan al menos para el lector: “No tienen
imaginación… La vida de los zombis es melancólica, comen, tragan
absorben. No sienten la satisfacción, el gozo les fue negado. Suponen
durante la persecución del banquete que son más o menos felices”. Lo
extraño es que su indumentaria parece recién salida de la lavandería,
y que ante el olor de los personajes que permanecen escondidos en
las cajas no se ha despertado la única involuntaria voluntad de
comérselos.
Es vital que todo lo oculto permanezca en esa zona, y que todo
el conocimiento se encuentre compartimentado. El desierto es la franja
de lo irracional y frente a la ciudad es la sombra. El desierto es la
alucinación y el sueño, ahí es posible que el hombre que el Doc.
saca de una de las cajas esté vestido con su nombre: Conejo,
especialista en el Amo. Su posgrado en psicoanálisis, sus
explicaciones eruditas sirven sólo para exacerbar la ignorancia y hacer
más profunda la inquietud de Rábano. Los datos son la palabrería de
la nada con sabor a absurdo.
¿Qué son?, ¿qué está ocurriendo? Hay respuestas que son un
simulacro, existe una violencia en el silencio, hay un corifeo y unos
narradores que cuidan el secreto. Está la noche en que aparecen el
Checo, el Raka y Encantado, quienes dejan tras de sí, a los perros del
amanecer: Glen y Danger. Conforme el sol vaya ascendiendo, todos
conoceremos la verdad.
Franco Félix (Hermosillo, Son. 1981), estudió literatura hispánica
en la Universidad de Sonora, ha publicado en revistas como Vice, La
Tempestad, Tierra Adentro y Pez Banana; obtuvo la beca Jóvenes
Creadores en la categoría novela (2011-2012), y la beca Residencias
Artísticas México-Argentina (2014), ambas otorgadas por el Fondo
Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) de la secretaría de Cultura
del gobierno federal.
Franco Félix, Los gatos de Schrödinger, Fondo Editorial Tierra
Adentro/Conaculta; México, 2015, 93 pp.
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