Hallado en Hidalgo
Especialistas continúan el análisis del fardo mortuorio de Zimapán
* Los resultados conocidos hasta el momento apuntan a que el sujeto pudo haber fallecido por
una hemorragia profusa
* Estudios de ADN permitirán conocer su filiación étnica y antigüedad
El análisis de los distintos componentes del fardo mortuorio, hallado hace casi dos años en un
abrigo rocoso de Zimapán, Hidalgo, comienza a dar los primeros frutos: especialistas del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Facultad de Medicina de la UNAM
examinaron los residuos de sangre encontrados en la osamenta, los tejidos blandos preservados, los
textiles que forman la mortaja y el petate, y determinaron que es muy probable que el individuo,
perteneciente a la época prehispánica, muriera a causa de una hemorragia.
El bulto funerario es estudiado por un grupo interdisciplinario con la finalidad de conservar,
restaurar e investigar su antigüedad y filiación étnica, estos dos últimos aspectos a partir de estudios
de ADN. Uno de los logros hasta ahora obtenidos es poder observar cientos de células sanguíneas
que se preservaron intactas.
Las restauradoras Luisa Mainou y Judith Gómez, de la Coordinación Nacional de
Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, precisaron que las células encontradas
en todos los estratos del bulto mortuorio (osamenta, tejidos blandos, textiles y petate) se encuentran
libres de fibrina (proteína que interviene en los mecanismos de coagulación), “parecería que
estuviéramos observando a los glóbulos rojos y blancos viajar por el torrente sanguíneo”.
Los restos de sangre se observaron a simple vista en todas las capas: en los huesos se
encontraron manchas rojizas y depósitos de polvillo café rojizo, lo mismo en los tejidos blandos. En
los textiles fue diferente, había costras de color café rojizo muy oscuro microfracturadas que se
mezclaban entre las tramas y las urdimbres de cada textil, mientras que en el petate se encontraron
huellas semejantes a las observadas en los huesos, pero de mayor extensión, sobre todo las manchas
de tonos café rojizo y café chocolate. Luisa Mainou, responsable de la investigación, en la que también colabora Jorge Gómez-
Valdés, del Laboratorio de Antropología Física del Departamento de Anatomía de la Facultad de
Medicina de la UNAM, detalló que se obtuvieron muestras de todos los componentes del fardo y se
analizaron con un microscopio electrónico de barrido.
“En todas ellas se halló una cantidad importante de eritrocitos y glóbulos blancos en estado
libre, que si se multiplica por las dimensiones de cada una de las capas del fardo, no hay duda que
esta persona murió desangrada”, puntualizó.
Con el estudio del esqueleto, se descartó la posibilidad de una muerte causada por sacrificio
humano, alguna batalla o lucha personal, porque no presenta huellas de corte o fractura en ninguno
de los huesos.
La restauradora del INAH dijo que más adelante se podrá precisar si la hemorragia se debió
a una causa intrínseca (genética) o extrínseca (alguna enfermedad) al individuo. Mientras tanto, se
continúa con la conservación y restauración del fardo y con estudios paralelos acerca del deterioro
de las distintas fibras textiles provocado por la sangre.
Los restos óseos, encontrados el 10 de julio de 2014, estaban envueltos en un textil y un
petate, en posición flexionada lateral (de costado). Es uno de los esqueletos más completos que se
han encontrado en Hidalgo, cuyo cráneo aún conservaba cabello y algunos dientes.
El individuo masculino estaba por finalizar la segunda década de vida al momento de su
muerte; probablemente fue seminómada porque los rasgos del cráneo no concuerdan con los de los
grupos mesoamericanos.
Las características del lugar donde fue encontrado permitieron su preservación, al tratarse de
un ecosistema semidesértico, en la parte oriental de la Sierra Gorda, cuyas condiciones de clima
seco, sumado a las propiedades del suelo, contribuyeron a la conservación de los restos óseos, así
como de las fibras vegetales con que fue envuelto.